sábado, 19 de julio de 2014

Bolivia: una demanda intimidante.

La relación chileno-boliviana ha estado marcada por una conflictividad permanente (al menos en estado de latencia) desde antes de la Guerra del Pacífico[1]. Pero esta guerra dio pie para una ardua lucha reivindicatoria boliviana, a saber, la salida soberana de Bolivia al Mar.
Las razones por las cuales Bolivia y Chile intentaron zanjar sus diferencias en los términos que lo hicieron en el tratado de 1904 son ampliamente discutidos. A primera vista pareciera ser que la compensación económica, el acceso a puertos, la construcción de vías férreas (todos estos puntos habituales en tratados de este tipo de la época), son una buena razón, además de una evidente superioridad económica y militar chilena en la época (la que subsiste).
También se puede argumentar que en la época existía una misma polaridad[2] entre los gobiernos de la época (argumento afín al señalado a propósito del tipo de tratados), lo que se refuerza en el hecho que las élites chilenas controlaban las principales actividades económicas bolivianas a principios del siglo XX.
Todo lo anterior unido al hecho que Chile estaba ad-portas  de celebrar su centenario en un marco de una identidad nacional más o menos definida, en tanto que Bolivia estaba muy lejos de conformar una nación (la que según algunos sólo nace con la guerra del Chaco).
Desde esta perspectiva se podría desprender un acuerdo entre las oligarquías chilenas y bolivianas, lo que no resiste mucho análisis ya que la representación política en la época coincidía sin matices con las élites empresariales de las naciones (al menos en Suramérica).
Por exceder los propósitos de este trabajo no me referiré a como se ha desarrollado este proceso en el tiempo y saltaré directamente a la actualidad. En que Chile es arrastrado a un proceso no querido en la CIJ, donde incluso ya reclamó la incompetencia de dicho tribunal.
¿Este escenario es diferente a otros? ¿Tiene Bolivia los argumentos políticos (o quizás jurídicos) para obtener acceso soberano al mar a costa de Chile? En este sentido ¿es una amenaza a la integridad territorial chilena?
Según Thomas Schelling “los conceptos como intimidación, guerra limitada, desarme y negociación se hallan en estrecha relación con el interés común y la mutua dependencia que puede existir entre los participantes en un conflicto”[3], desde esta perspectiva ¿Chile debe verse intimidado por la demanda boliviana?
A primera vista no, ya pareciera que no hubiese un interés común ni mutua dependencia (más parece que Bolivia depende de Chile), pero la respuesta es afirmativa, dado que es inevitable entender que la región completa está ciertamente involucrada en el conflicto y esto debido a un gradual cambio de polaridad, en que las redes de solidaridad han crecido y Chile se ha quedado un tanto solo.

Creo importante ahondar en la soledad chilena y la solidaridad hacia Bolivia como un elemento para considerar “intimidante” la amenaza boliviana.
Chile, como país vencedor de la guerra del Pacífico, ha buscado reparar el daño producido a Bolivia, lo que incluso lo ha llevado a escenarios en que ha prometido una salida al mar soberana para Bolivia si se dan ciertas circunstancias, lo que no ha acaecido.
Chile, con un poder económico y militar muy superior al boliviano debería “intimidar” a Bolivia para que no incurra en conductas que atenten contra integridad territorial chilena[4] pero… al parecer eso está lejos de suceder.  
Más parece ser al revés, como si el ratón estuviese en mejor pie para comerse al león, esto debido a que en un mundo con la complejidad actual, donde los actores se comunican en tiempo real, en diferentes niveles y deslocalizados,  es posible que determinados actores, que parecen enarbolar banderas sin espaldas para hacerlo, obtengan inesperados apoyos (aunque en el caso boliviano hay largo trecho que recorrer para saber si la amenaza es realmente algo más que pura retórica y formalismos jurídicos).
Alguien podría argumentar que, como el conflicto está en un canal jurídico, no es necesario preguntarse por las amenazas de toda especie y dejar que la “institucionalidad funcione”, pero me parece que esa lógica implica no comprender que la dimensión política, en este caso como en tantos otros, impera sobre la jurídica.
El gobierno de Chile está bastante solo y apuesta (al menos en las declaraciones de sus actores principales), a que va a primar la intangibilidad de los tratados y, en segundo término, el que por tratarse de un conflicto resuelto mediante un tratado anterior al pacto de Bogotá,  está fuera de la jurisdicción de la CIJ, lo que espero no sea más que una posición oficial.
 En los hechos la demanda marítima (o más precisamente la reivindicación marítima), está suscitando una solidaridad internacional peligrosa para los intereses chilenos[5], por lo que el gobierno de Chile debe prestar atención a dicha situación y librar con mayor intensidad la batalla mediática y, de ser posible, reforzar los lazos de la solidaridad con socios de la región. En este sentido Perú es clave, ya que también tiene intereses comprometidos en la zona en conflicto y, a su vez, está profundamente vinculado al devenir chileno, sobre todo desde un punto de vista económico, por lo que nuevamente emerge la importancia de “La Alianza del Pacífico”. Conspira contra el intereses chileno el hecho que, para hacer política interna en Perú, al igual que el Bolivia, hay que atacar a Chile pero, a diferencia de lo que ocurre en Bolivia, el sentimiento de admiración hacia Chile es muy fuerte, lo que hace la polaridad juegue en este caso a favor de la relación entre Chile y Perú, ya que sus sistemas político-jurídicos son bastante afines. Además la reciente disputa territorial entre ambos países requiere actos reparatorios urgentes, aunque quizás la prisa sea sólo chilena.
Deben sumarse en esta estrategia más actores suramericanos pero no se debe descuidar la polaridad, ya que Bolivia juega en un terreno que nunca le había sido más favorable, por lo que los actores nacionales no se deben desgastar en tender redes allí donde ya hay vinculaciones profundas comprometidas previamente.    



[1] De hecho la Confederación peruana-boliviana entró en guerra con Chile en 1837. Vid. La Primera Guerra del Pacífico. La Guerra contra la Confederación Perú- boliviana. Disponible en la World Wide Web en:  http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-639.html. Recuperado el 16 de julio de 2014.
[2] Polaridad entendida como acuerdo sobre normas, procedimientos e instituciones.  
[3] Schelling, Thomas.  La estrategia internacional: Una ciencia atrasada. Disponible en la World Wide Web en: http://www.eumed.net/cursecon/textos/2005/schelling-estrint.htm. Recuperado el 16 de julio de 2014.
[4]  “La intimidación hace relación a la explotación de una fuerza potencial. Su finalidad es la de persuadir a un enemigo en potencia de que, por su propio interés, debe evitar ciertos modos de actuación” (Schelling, op. cit.). 
[5]Según la prensa internacional, Venezuela, Paraguay, Ecuador, El Salvador, Panamá, Colombia, Perú, Argentina, Uruguay, Brasil, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas respaldarían la reivindicación marítima boliviana”. Mar: 15 países apoyan. Radio Iyambae.com. Disponible en la World Wide WEn en: http://radioiyambae.com/sitio/index.php?option=com_content&view=article&id=1658%3Amar-15-paises-apoyan&Itemid=3. Recuperado el 16 de julio de 2014. 

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