jueves, 4 de diciembre de 2014

Dos palabras sobre el conflicto en Ucrania.

Una respuesta plausible al origen del conflicto ruso – ucraniano del último año y medio, son los cambios políticos en Ucrania, tomando más fuerza después del golpe de estado que afectó a Yanukovich, presidente con una clara política exterior prorrusa. En este ambiente convulsionado producto del derrocamiento del gobierno obsecuente a la voluntad de Putin, el mandatario ruso realiza una jugada inesperada y osada pero, al mismo tiempo, muy bien calculada.
La invasión a Crimea desde un punto de vista político fue todo un éxito para Putin, ya que no sólo aseguró el predominio ruso en la zona, sino que su actuación ha aumentado su popularidad de manera consistente[1]. Aunque con un costo en la imagen internacional difícil de dimensionar.
Por su parte Ucrania perdió Crimea (al parecer de manera definitiva), y está ad portas de ser privada de dos provincias más (y de hecho ahora son independientes).
Esta primera aproximación es sólo parcialmente correcta, ya que no da cuenta que este conflicto es manifestación de condiciones latentes de larga data, por lo que constituye un capítulo más de un libro que está lejos de concluir y, la única forma de lograr la paz, es a través de la búsqueda de elementos comunes de entendimiento que parecen aún lejanos. 
Tal como afirma Henry Kissinger estamos asistiendo a un mundo Multipolar que, para alcanzar el anhelado orden mundial, requiere un esfuerzo de las naciones por arribar a ciertos valores comunes que permitan una convivencia pacífica, “una segunda cultura”.
Este autor afirma: “To achive a genuine world order, its components, while maintaining their own values, need to acquire a second culture that is global, structural, and juridical-a concept of order that transcends the perpectives and ideals of any one region or nation. At this moment in history, this would be a modernization of the Westphalian system infomed by contemporary realities”[2]         
Al parecer el mundo está por el momento lejos de adquirir esta “segunda cultura”, no sólo por el conflicto ucraniano que involucra de un modo u otro a los más importantes actores del sistema internacional, sino que también por el conflicto en Siria, enfrentamiento bélico en que participan fuerzas multinacionales que intentan detener a un ejército irregular musulmán manifestación de un peligroso panislamismo ¿Será este enfrentamiento el que sirva como una respuesta coyuntural al conflicto ucraniano? En otras palabras: ¿La necesidad de que Rusia se involucre en la lucha contra el Estado Islámico permitirá que Estados Unidos y sus aliados europeos bajen la presión que han puesto sobre Rusia?
  De momento es difícil adelantar el escenario definitivo de la crisis, la que se puede desarrollar de formas muy diversas y dramáticas, mucho más allá de las más de 4000 víctimas de este último año de “guerra civil”, pero sí está claro que muy difícilmente Estados Unidos y Europa se embarcarían en dos conflictos de gran escala a un mismo tiempo, y la colaboración rusa en el Medio Oriente les puede ser muy útil y, de paso, favorecería el término del bloqueo económico impuesto a Rusia, lo que dejaría muy satisfechos a sectores empresariales europeos, especialmente italianos, que prefieren un acceso sin restricciones a dicho mercado.     




[1] Respecto a la popularidad de Putin después de la invasión a Crimea, ver, por ejemplo, Ostalski Andrei. Los rusos que se oponen a Putin por la crisis en Ucrania. BBC Mundo. Disponible en la World Wide Web en:  http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/03/140312_rusia_anti_putin_rg.shtml. Recuperado el 25 de septiembre de 2014.

[2] Kissinger, Henry. World Order. Penguin Press. New York, USA, First edition, 2014, p. 373.

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