jueves, 29 de mayo de 2014

Humanizar el trabajo.

Según Weber la  ética protestante produjo el gran florecimiento económico de las naciones en que se profesaba dicha confesión. Por una afinidad electiva, la acumulación y la ascética permitieron el éxito económico. En nuestros tiempos es difícil encontrar sociedades, de la escala que sea,  que conjuguen dichas características.
La caducidad (programada y percibida) de las cosas, los constantes avances tecnológicos y el marketing,  orientan al consumo compulsivo.
China se presenta como una nación que, en cierto sentido, representa la austeridad de antaño[1] pero ¿esto va a cambiar?
Las autoridades chinas están empeñadas en aumentar el consumo interno[2] y, como en tantas otras cosas, sabemos dónde esto comienza, pero no sabemos dónde termina. 
Ahora bien, plantear el conflicto en términos weberianos, es decir, de disputa por la distribución del ingreso, hace perder de vista algunos aspectos relevantes para entender la naturaleza de los conflictos sociales.
Volviendo a China, los obreros tienen jornadas laborales de 72 horas semanales[3], situación que contrasta con las menos de 40 horas que se trabajan en gran parte de Europa, pero que puede compararse con las 45 horas de un trabajador santiaguino si se añaden entre 2 y 4 horas de viaje en el trayecto hogar-trabajo-hogar (además de las horas extraordinarias).
A lo anterior hay que sumar el carácter rutinario de muchos oficios, en los que la creatividad se asfixia bajo protocolos de calidad, seguridad, inocuidad, entre otros, que transformar el trabajo en castigo, esto sin mencionar la fungibilidad del trabajador.
La felicidad en el siglo 21 parece reducida al consumo, pero es evidente que las cosas no colman el corazón del ser humano. El stress, el insomnio y los “vicios sociales” no reconocen clase. La angustia de vivir en un mundo competitivo, muchas veces insensible con los menos dotados, para muchos es mayor a cualquier recompensa económica. La intrascendencia y el consumismo son notas características de la sociedad actual ¿No constituyen circunstancias alienantes?
Por supuesto que la respuesta admite muchos matices. El Derecho Laboral, por ejemplo, se esfuerza por contener el oscuro objeto del contrato de trabajo, reconociendo que es imposible separar al trabajador de las energías que pone a disposición de su empleador, y que la asimetría de la relación abre campo a la negociación colectiva.
Con todo, en gran parte del planeta, en que la sociedad civil no juega un rol activo y las élites gobernantes son relativamente homogéneas, la población padece el desprecio de los poderosos y la indiferencia de sus dirigentes.



[1]Llama la atención el hecho de que el índice de ahorro personal en China equivale al 50% del PIB, un porcentaje muy alto. Hsu afirma que China “tiene una cultura en que las personas son extremadamente frugales. Son personas que han pasado por tiempos difíciles, empezando por la Revolución Cultural (bajo Mao TseTung) ocurrida en la última generación. http://www.wharton.universia.net/index.cfm?fa=viewArticle&id=1256&specialId=92 
[2] Vid http://lta.reuters.com/article/businessNews/idLTASIE9A200W20131103
[3] Vid http://es.wikipedia.org/wiki/Semana_laboral#Asia_y_Ocean.C3.ADa

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