El secreto es la clave de
la política. La verdad carece del valor que se le asigna en otros ámbito o,
quizás, es aquello que quienes detentan el poder nos quieren hacer creer, esto
último debido a que lo que es inalcanzable es irrelevante para la vida
cotidiana y, tal como filosofía y educación cívica, es anatema para gran parte
de la población.
A veces se llega al extremo
de exaltar la mentira con la esperanza (quizás sincera) de que llene de sentido
la vida. En el cine hay buenos ejemplos de esto. Recuerdo una escena de “Batman
el Caballero de la Noche” en que Batman pedía a Gordon que lo culpe de los
asesinatos cometidos por Dent, ya que preservar su imagen mantendría la moral
de los ciudadanos de Gótica. También es celebre la frase “el secreto debe ser
guardado por motivos de seguridad nacional”, que hemos escuchado hasta el
hastío en tantas películas.
Esta opacidad de la
política es cada vez más insoportable, levantándose personajes dispuestos a
jugarse por rasgar los velos que ocultan lo real y, al mismo tiempo, destruir
la realidad. Edward Snowden y Julian Assange, son buenos ejemplos de quienes,
por un motivo u otro, canalizan las ansias de verdad pero… ¿ponen en riesgo la
posición de los poderosos? Da la impresión que no, parecen sólo incomodar.
Lo que sí está más o menos
claro es que cada día es más difícil gobernar, la captura de la legitimidad
tenía un costo menor en la sociedad de la radio y el papel impreso que en la
telaraña mediática actual.
Las marchas y las protestas
de todo tipo nos acompañan hace siglos pero es nuevo que, por ejemplo, una vez
al mes miles de ciclistas se tomen las calles de Santiago gracias a un mensaje
electrónico enviado unas horas antes.
Si antes parecía
interesante preguntarse por estratos políticamente relevantes, hoy parece más
importante hacerlo por ciudadanos que potencialmente se pueden articular en
respuesta a ciertas demandas.
Por supuesto que esta nueva
configuración de la sociedad dificulta el control. Si antes se decía que
capturando a la élite media se podía dirigir sin tropiezo al cuerpo político,
hoy debe ser matizada dicha afirmación por la dificultad de enfrentar a grupos
en red, sin centro o de centro reemplazable, que chocan con los intereses de la
élite gobernante.
Este nuevo escenario está
presente a todo nivel, desde el estudiante que sufre ciber-bulling sin que
nadie lo pueda evitar, pasando por protestas contra HidroAysén o Pascua Lama,
hasta los conflictos de carácter mundial como la discusión por el calentamiento
global o la caza de ballenas. Hace unos años era impensable que Japón pudiese
ser restringido en la caza de ballenas y hoy es una realidad (claro está que
hay que ver si cumple lo resuelto).
El secreto es cada día una
peor palabra y cuando parte de la verdad sale a flote hay miles, e incluso
millones, dispuestos a expandir el mensaje por todos los medios disponibles y
empezar a operar bajo la lógica de la información obtenida.