La integración es clave para que las
naciones sean competitivas en la era de la globalización. El aprovechamiento de
las ventajas comparativas representa una necesidad en un mundo en que los
países están más cerca que nunca. Es por ello que la eliminación de barreras
arancelarias y paraarancelarias es
indispensable para que las naciones (y por cierto su población) no estén
dentro de los perdedores de la mundialización de los mercados.
Chile es un país que se ha abierto al
mundo rápida y profundamente, con acuerdos de desgravación arancelaria de
diferentes alcances y otros de naturaleza más global, como el acuerdo de
Asociación con la UE. No obstante lo anterior, esta situación de ventaja que ha
implicado para Chile la apertura, ha perdido importancia, ya que cambios
ideológicos han permitido que muchos otros países se abran al mundo, por lo que
las distancias se acortan y las oportunidades que crea la globalización se extienden a un concierto más amplio de
países, por lo que es necesario diseñar nuevas estrategias para que aumente el
crecimiento económico del país y, en términos más amplios, el desarrollo
nacional.
Por otra parte una política de
integración, más allá de lo meramente económico, da importantes oportunidades
de intercambio cultural, enriqueciendo a los países que entran en contacto.
Un aspecto muy importante en nuestro
desarrollo presente y futuro depende de nuestra relación con la cuenca del
Pacífico. Las economías más bullentes
del mundo se encuentran en la zona (en la costa asiática) y eso, sumado
a los más de 4000 kilómetros de costa que cuenta nuestro país, impone una
importante tarea a desarrollar, a saber, profundizar nuestros vínculos con el
Asia –Pacífico.
Por la talla de las economías del otro
lado del océano, es muy aconsejable realizar el esfuerzo de integración de la
mano de otros Estados con un interés preeminente en la zona[1] y una coincidencia
política básica.
En este contexto, la emergencia de la
Alianza del Pacífico representa un paso importante en el proceso de integración
regional.
Chile, Perú, Colombia y México, han
trabajado con relativa fluidez y han alcanzado niveles importantes de consenso,
por lo que el futuro es auspicioso.
No obstante lo anterior, la Alianza
tiene importantes detractores y enfrenta oportunidades que se pueden
transformar en peligros de disolución.
Un ejemplo de lo primero es la
desconfianza que genera en Brasil la emergencia de un bloque que puede
disputarle el control de la región suramericana.
MERCOSUR en su conjunto ha visto a la
Alianza del Pacífico como un proyecto que amenaza sus intereses.
Los países del eje bolivariano, con su
habitual retórica de sospecha de control hegemónico estadounidense, ven en la
Alianza del Pacífico un intento de subordinación de Sudamérica a los intereses de la superpotencia “imperialista”.
De todos modos es importante destacar
el intento de apaciguamiento que ha emprendido la presidenta Bachelet, quien
pretende que la Alianza del Pacífico se acerque al MERCOSUR.
En la ceremonia de titulación del programa de magíster de Relaciones Internacionales de CEAL de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, efectuada el 14 de agosto recién pasado, el
subsecretario de RREE manifestó el interés de integrar al MERCOSUR en 3 áreas,
a saber, libre circulación de personas, turismo y ciencia y tecnología.
Estos puntos parecen muy razonables y
ponen al resguardo al nuevo bloque del riesgo de frustrar el proyecto de
“integración profunda” a la que están convocadas las naciones que lo conforman.
Además la Alianza del Pacífico ha
superado cambios de gobierno en todos los países miembros, sin importar que
varios de éstos sean de un signo político distinto de aquellos que promovieron
su creación, lo que es alentador respecto del futuro de la integración regional
en torno a este bloque.
También es importante destacar que Panamá
y Costa Rica buscan integrar la Alianza y, como cumple ya con los requisitos de
ingreso, es probable que Canadá se integre, lo que añadiría una importante
economía al bloque, mejorando las perspectivas de consolidación de esta área de
integración profunda.
[1] “La Alianza del Pacífico tiene el
potencial de transformar cualitativamente el espacio regional en que nos
desenvolvemos en el comercio, la inversión extranjera directa, y las
vinculaciones de cooperación, con una marcada orientación hacia el desarrollo de
más y mejores relaciones externas del área de la Alianza, especialmente, pero
no exclusivamente, en dirección Asia-Pacífico”. Wilhelmy, Manfred. Alianza del
Pacífico: una visión desde Chile. Estudios Internacionales, vol. 45 n°175,
Santiago, agosto de 2013. Disponible en la World Wide Web en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0719-37692013000200006&script=sci_arttext. Recuperado el 5 de septiembre de
2014.